Estar lejos no es nada fácil, pero quizás el exilio sea la única forma de un nuevo despertar, o de un mejor despertar. Sí, me siento exiliada. Y mi exilio, el mío, no fue una obligación, ni fue un paso forzado, ni mucho menos un escape a la realidad que se vive en mi país, es más, podría decir con seguridad, que fue todo lo contrario. Mi exilio, el mío, vino de una decisión realmente íntima, una decisión tomada luego de ser consultada muchísimas noches con la almohada, una determinación individual y hasta un poco egoísta, pero lo sentía como una necesidad y se dio. Por fortuna, en el camino se encontró la oportunidad con el momento preciso, y mis necesidades egoístas terminaron en un deseo concedido, en una bendición 'express' desde arriba.
Pero fueron tantas las coincidencias en el proceso "deseo-cumplido", que se me ha hecho difícil tomarlo simplemente como buena suerte, o como un año OFF. Me ha sido imposible no sentir una gran responsabilidad patria, después de haber recibido una excelente educación en instituciones académicas distinguidas y prestigiosas dentro de un país en donde todavía la educación, es considerada un lujo para la mayoría. Y es que a pesar de que cada quien tiene sus anhelos, y que "cada quien se labra su propio destino", la vida hace de las suyas cuando quiere, y termina llevándote a donde, supuestamente, debes estar...
Lugares escogidos. Personas inevitables. Momentos jamás pensados. Sentimientos nunca antes experimentados. Prioridades re-acomodadas. Destinos trazados. Caminos por azar cruzados. Déjà-vu.
Estar lejos, te obliga a vivir diferente, te obliga a SER diferente. Y quizás el exilio sea la única forma de darle un nuevo valor a muchas cosas, de no ver "normales" muchas otras, de palpar unas nunca imaginadas, y de convertirte en...crítico. Sí, en juez de los comportamientos que vienen de esa despreocupada mentalidad caribeña, y de las particularidades que, aunque hacen de mi país algo único, también lo marginan. Mi Exilio, el mío, me ha hecho más consciente de nuestras debilidades, nuestros errores, nuestra falta de carácter, de la ignorancia que hay al momento de decidir, nuestra memoria selectiva, nuestra incoherencia al actuar, y la falta de valentía Y quizás la idea del exilio no sea nada fácil, pero es precisamente eso lo que me ha dado mucho tiempo conmigo misma, lo que me ha hecho una observadora permanente, una exploradora sin descanso de una nueva realidad. Y es en esta soledad de mi exilio, el mío, donde he podido; Crecer. Revitalizarme. Aprender. Contextualizar. Contextualizarme. Ponerme en contacto con el espíritu que me mueve
Bueno, y fue en una de esas tantas horas conversando conmigo misma, que pensé que aunque la decisión de exiliarme fue mía, y que, aunque la decisión fue hasta un tanto egoísta; tengo la ilusión de que me sirva para pagarle a mi patria, lo que ella generosamente me ha regalado siempre, sin nunca pedirme nada a cambio. Porque mis instintos, los míos, me llevan a pensar que las razones ocultas debajo de tantas coincidencias, son, sin lugar a dudas, el deber de regresar a trabajar por mi país, la responsabilidad de luchar por los que no pueden exiliarse en Europa. Y sí, me tocó irme lejos para estar completamente segura que eso es lo que debo hacer; y sí, me tocó irme lejos para estar completamente segura que eso es lo que
Y espero que después de vivir mi exilio, el mío, todavía logre encontrar al regreso, amigos, personas queridas y gente amable, con los brazos abiertos dispuestos a darme la bienvenida al mundo. Espero también que pueda luego volver a ellos cada vez que, el "estar sola" se me pueda volver un "estar solitaria".
Y sí, espero todo eso a pesar de las millones de horas que he pasado criticando cada cosa que encuentro absolutamente paradójica e irracional de mi ellos...de mi país. Y es que la patria es igual que los hermanos; aunque se digan las verdades en la cara sin filtros y estén rabiosos el uno con el otro, al final del cuento, terminan siempre por buscarse, por qué?
...porque la sangra llama.
S. Díaz
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