LOST IN TIME

6.25.2010

LOS SUEÑOS QUE SORPRENDEN


"Vivir en Francia", esa pequeña frase que incluye millones de cosas en tan pocas letras, fue mi sueño durante mucho tiempo...en realidad, mucho, mucho tiempo. Y era esa clase de sueños que te ilusionan porque significan un cambio dramático de vida, un escape momentáneo de la realidad perdida, un sueño de libertad, de independencia dependiente, de encontrar al anhelado Peter Pan en lo más alto de la torre de tu perfecto Neverland...ajá! de vivir un poco de ese tan escuchando romanticismo clásico que  lucha por emerger en medio de estos tiempos tecnológicamente modernos; pero al mismo tiempo también era como todos los demás sueños; miedosamente lejano, nublado, bastante borroso, y millones de veces, totalmente imposible. Por eso cuando en estos momentos vivo mi sueño en mi realidad, por varios segundos, y varias veces al día, tiendo a no creerlo todavía, y es porque a pesar de haberlo tenido considerablemente idealizado, ha rebasado todas mis expectativas....y aún, no deja de sorprenderme. 

Llegué un 30 de Abril a las 23h15 a tierras francesas ya van a ser dos meses y recuerdo ese momento perfectamente.  Aterricé en un avión increíblemente pequeño y repleto de personas de todas partes del mundo, en la ciudad portuaria de Bordeaux, ubicada al sudoeste de Francia, luego de haber dejado atrás las calles de Valledupar encendidas de música con el Festival Vallenato, a unos aproximados 9.653 kilómetros, después de unas 14h30 de viaje, espera y trasbordo, con tal de ver finalmente realizado mi primer sueño realmente importante.  

Y es que no puedo decir que hay algo que NO haya sido perfecto, porque desde el 1º de Mayo me despierta el olor a pan recién horneado que sale de la Boulangerie de la esquina  en español; la Panaderíaque se jacta con un gran letrero rojo de tener los mejores panes artesanales del barrio, y,  como si supieran que eso termina de hacerme perfecta cada mañana, tengo el canto de los pajaritos de fondo. 
Y además, desde que estoy acá, tomar una ducha no es más mi preocupación al levantarme de la cama, porque un perfecto 18ºC es la temperatura más fría del agua,  y entonces ¿por qué me gustaba tanto bañarme con el agua helada del Valle que congelaba por una milésima de segundo el funcionamiento de mi cerebro? siempre me respondo al igual que cuando preguntan por la magia que tiene el Valle: "esos son encantos que sólo afloran cuando estás por esas tierras donde se escuchan dioses tocando acordiones en las madrugadas". 


Y trato también de pensar en lo que me gustaba de Bogotá; ese poder salir a caminar dentro de mi propia burbuja mientras disfrutaba lo encantador de un clima un tanto frío con un original paisaje, solamente para comparar todas las posibilidades y encontrar algo que me diga que los sueños no son perfectos que debe haber algo que anuncie que ha cambiado de sueño a realidad, pero NO! acá caminar es un placer, es toda una aventura y un aprendizaje permanente, es maravillarse la vista con un perfecto cielo de primavera que anuncia la pronta llegada de un caluroso verano; sobre balcones con más de 100 años de vida que todavía cargan flores y sillas de colores; desde donde se ven perfectamente las bicicletas, las 'Vespas' y los pequeños carros que ruedan a diario de arriba a abajo por las pequeñas callecitas de piedras; alrededor de millones de viennoiseries, pâtisseries y boulangeries ofreciendo los típicos desayunos franceses compuestos generalmente por pain et confiture traducido a deliciosos baguettes untados de mantequilla y mermelada, y burbujeantes cafés ou chocolats calientes que en realidad tienen mejor olor que sabor...y OK! aparece la primera cosa que encuentro que es mejor allá que acá!, pero que igual no daña ni entorpece esa tranquilidad aterradora con la que viven los franceses y que desearía que todos pudiéramos disfrutar de ella en mi país, y ahí está la segunda cosa!, y es que los ves disfrutar con una forma tan envidiable de las pequeñas cosas de la vida, que se hace epidémico instantáneamente. 
Y obvio, es más que obvio que te dejas adentrar en su mundo; lleno con los olores de innumerables clases de vinos excelentemente cosechados, de 50mil variedades de quesos que se exhiben en interminables mostradores, y de ostras frescas traídas de la Bahía de Arcachon que encuentras en grandes bandejas en las esquinas de las calles; también con sabores de las beignets du chocolat, o de los macaroons y los canelés, y evidentemente al ver en platos originales servidas las excepcionales carnes locales como; el cordero de Pauillac, la ternera de bazas o las aves de las Landas. 


Pero, ¿no tiene mi sueño alguna parte donde suenan las 12 campanadas, se desvanece el hechizo y comienzas a ver la verdadera realidad? ¿no tiene ese "vivir en Francia" algo que no lo haga merecedor de haberme alejado de mi familia y de mi país y de haber  terminado con mi novio? pues me ha llevado horas, y de pronto hasta días, si comienzo a sumar todos los minutos que me he pasado reflexionando sobre este mismo punto...y me cansé! me cansé de no encontrar el típico "pero" que siempre estamos esperando cuando las cosas por fin están marchando perfectamente, sí, como en los cuentos de hadas. 
En estos momentos, soy el hada de mi propio cuento  todavía sin mi Peter Pan concretado para vivir numerosas aventuras fantásticas durante toda la eternidad en mi perfecto Neverland, pero disfrutandome cada segundo de mi realidad, esa que alguna vez fue mi lejano, nublado e imposible sueño; ese sueño que nació cuando tenía 14 años en el momento en que por primera vez un avión increíblemente grande me trajo a la tierra que libertó Napoleón Bonaparte hace como 200 años pero que hoy todavía sigue proclamando ¡Liberté, Égalité, Fraternité ou la mort! ...y en la cual yo ahora estoy soñando! 






 S. Díaz

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